jueves, 2 de diciembre de 2010

Neurociencia y educación: El placer de aprender relacionando experiencias

Por Arleco, en 18 de octubre de 2008

Memorizar no es malo, es como funciona el cerebro esencialmente, pero hay ocasiones en las que  relacionando y comparando la información, el aprendizaje se hace más efectivo. Y si esa información está asociada con el placer, entonces  se obtiene un aprendizaje más que seguro.

Foto: Chilmark Research

Aprender es un proceso innato del ser humano, siempre estamos en constante aprendizaje. Este proceso adquiere mayor relevancia cuando se traduce en el plano educativo, en la escuela. Todos hemos pasado por malas experiencias en esa etapa, ya sea por los malos profesores, por las clases aburridas o por las interminables horas de pizarra, abrumadas por infinitos números y palabras que más parecían jeroglíficos. Todos, indescifrables. Pero, alguien se ha preguntado ¿Por qué?

Felizmente, hoy en día el estudio de la conducta y de los hábitos del ser humano, así como del funcionamiento completo de nuestro cerebro, ha permitido encontrar algunas respuestas y ha colaborado con una mejor implementación en el campo educativo. Los grandes avances de la neurociencia han consentido develar los mecanismos cerebrales que hacen posible el aprender, el recordar y el grabar la información de manera permanente en el cerebro.



El placer de aprender

Según Judy Willis, neurocientífica e investigadora de la relación entre educación y neurociencia, en el proceso de aprendizaje es necesario valorar dos puntos cardinales, en primer lugar, el estado de ánimo del alumno, es decir, la predisposición que éste tenga hacia la captación de una información novedosa. Si el alumno está contento, la información recepcionada será aprendida con mayor facilidad, de lo contrario, las horas frente al profesor poco o nada habrán valido la pena.

Por eso resulta tan importante la metodología en la enseñanza -el segundo punto-, porque depende en gran parte de la manera cómo el estudiante se predisponga para aprender. Según la investigadora, son las emociones las que conducen la memoria, esto significa que si las emociones son placenteras, el rechazo a información novedosa será menor, y por ende, el aprendizaje más efectivo.

Para la neurociencia al cerebro se le agiliza el aprendizaje cuando se incorpora mediante esquemas, mapas, gráficos y cualquier otra herramienta que permita la formalidad y el orden. La información mostrada de forma organizada y estructurada incorpora una actitud positiva para captar la atención del alumno. Dicha información se maximiza cuando ésta se relaciona con aprendizajes previos, es decir, vivencias personales que los alumnos tienen y que permiten entender mejor lo aprendido.

El aprendizaje relacional

La neurociencia continúa desenredando los mecanismos del cerebro y en el ámbito educativo ha colaborado mucho. Según el neurocientífico Ignacio Morgado, actualmente se ha podido concluir que la educación memorística ha sido correcta, pese a haber sido satanizada por mucho tiempo. El memorismo resulta la mejor forma de aprender muchos conceptos que se determinan por hábitos o formas de hacer las cosas. Una suma siempre será la misma, por eso se repite hasta memorizarla. Sin embargo, existen otras formas de aprendizaje, como el relacional, que consiste en aprender hechos, episodios y circunstancias en la vida que, más que repetir, requiere relacionar cosas. Cuanto más cosas comparamos, cuanto más relacionamos, más y mejor aprendemos, afirma el neurocientífico.

Foto: Sociedad de Pediatría

Memorizar no está mal, porque es como trabaja el cerebro, pero el aprendizaje actual no se sirve de una única fuente, hoy en día los alumnos tienen la posibilidad de contrastar la información nueva con otras fuentes que le permitan ampliar el conocimiento y corroborarlo. Por eso el aprendizaje necesita de una estrategia cognitiva que lo guíe. El repetir la información hasta memorizarla sirve como guía de aprendizaje, pero si lo que se quiere  es aprender hechos y conocimientos, episodios que han ocurrido, el memorismo no será insuficiente. Entonces es  más efectivo aprender por contraste, utilizando las diversas fuentes de información.

Aprender mediante la experiencia puede resultar lo mejor, mediante las sensaciones de un especifico hecho, sobre un evento en especial. Cada vez que se repita la situación estaremos mejor preparados para afrontarla, porque dejará de ser nueva para nosotros y reaccionaremos más rápido y mejor.

El proceso de aprendizaje

Para la investigadora Judy Willis, toda información novedosa, antes de ser aprendida, debe pasar por tres importantes filtros en nuestro cerebro, Estos filtros favorecen la discriminación y la atención del cerebro a lo que realmente le interesa absorber como aprendizaje. Los filtros están presentes en el sistema de aprendizaje RAD: el sistema reticular de activación (RAS), el filtro positivo de la amígdala y la intervención de dopamina.

Foto: Veronica´s Portafolio

Cada uno de ellos se determina por las emociones, si son positivas, el acceso de la novedad al cerebro se realizará con mayor rapidez. Si el cerebro detecta estrés puede combatir y bloquear la información. El neurocientífico Ignacio Morgado, agrega a lo expuesto, que las emociones son de relevante importancia para el aprendizaje, porque determinan finalmente la decisión del ser humano al elegir entre varias opciones. El uso de la razón se mantiene limitado al análisis de las probabilidades, pero es en la decisión final que las emociones determinan la elección según las sensaciones que nos producen.

Esto significa que, cuando mejor sea el ambiente para aprender, mejor será el aprendizaje. Por eso es importante la didáctica en el proceso educativo. Está claro que no sólo el memorismo resulta beneficioso, sino que también existen ciertas maneras según sea el caso de lo que se requiere aprender. Cada vez los niños son más hábiles y más veloces en su pensamiento, por eso es necesario mejorar las herramientas para capturar su atención.

Es por todo esto que la educación debe centrar sus esfuerzos en captar la atención del alumno  con la mayor variedad de posibilidades, siempre buscando estimular la satisfacción de éste en el proceso educativo. La transferencia de información  estructurada  utilizando medios agradables, permitirá que el alumno capte la información  placenteramente.

La variante de educar relacionando experiencias, puede resultar satisfactoria si a lo expuesto, se suma un correcto manejo de las emociones. Gracias al aporte de la neurociencia es posible que los profesores y las clases dejen de ser aburridas y por el contrario,  el aprendizaje sea, una actividad placentera y efectiva. Sencillamente, inolvidable.


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Últimas noticias: ¡Se puede cambiar el diálogo interior negativo!

Como ya sabes, nuestro diálogo interior condiciona en gran medida nuestros comportamientos y nuestros resultados. Los condiciona hasta tal punto que es difícil lograr el éxito si no dominamos primero la forma en que nos hablamos a nosotros mismos. Ya sabes lo que decía el amigo Henry Ford "Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto".  Tú decides.

Hasta aquí, seguramente estamos de acuerdo porque somos personas que nos preocupamos por nuestro crecimiento personal y profesional y, probablemente, ya hemos identificado en nosotros mismos situaciones en las que nos hablamos mal, nos criticamos y en las que, como consecuencia de ello, obtenemos malos resultados. Piensa en situaciones en las que te has dicho a ti mismo "qué malo eres", "vaya castaña" o "eres un inútil". Bien sea en algún deporte, en tu trabajo, en tus estudios o en cualquier otro entorno, seguramente te lo habrás dicho alguna vez.

Ahora la clave está en cómo cambiar nuestro dialogo interior. Este es el quid de la cuestión.

Para esto, tenemos que empezar comprendiendo qué es lo que provoca que comencemos con ese diálogo. ¿Por qué empezamos a tratarnos y a hablarnos mal nosotros mismos?. La respuesta la tenemos que buscar en nuestros propios miedos. Desde pequeños, hemos desarrollado dos grandes categorías de miedo: el miedo al fracaso y el miedo al rechazo.

El miedo al fracaso será mayor o menor en función del número de veces que nos haya dicho alguien "eres tonto", "eres un inútil", "no eres capaz", "eres un fracasado" y otras expresiones parecidas.

El miedo al rechazo ha crecido dentro de nosotros como consecuencia de expresiones como "eso no se hace", "así no te va a aguantar nadie" o "eso va a enfadar a la gente".

Lo único que hacemos con nuestro diálogo interior es continuar acrecentando estos miedos y no afrontarlos. Al fin y al cabo es lo normal para nosotros. Nuestras propias exigencias de éxito y aceptación por parte del resto nos hacen actuar como un "controlador interno" férreo que tiene como única responsabilidad asegurarse de que no fracasamos. Este controlador interno tiene buena intención pero nos habla como sabe, como le han enseñado y lo que consigue es ir agravando el problema. El controlador interno se llama miedo.

La buena noticia es que, si afrontamos nuestros miedos cambiaremos nuestro diálogo interno. Si desaparece el miedo, conseguiremos logros y no podremos hablarnos mal. Y, ¿cómo vencer estos miedos?. Veamos dos ideas al respecto: 

  • La primera clave para vencer el miedo es saber lo máximo posible. El conocimiento es poder. Cuanto más sepamos qué hacer y cómo hacerlo, menor es la probabilidad de fracaso y de rechazo. Prepárate para conseguir el éxito en las diferentes áreas que sean de tu interés.
  • La segunda clave es dar un paso adelante y afrontar el miedo. Tienes que hacer las cosas que te provocan el miedo. Cuando veas que consigues logros, irás ganando seguridad.
  • La tercera clave es mental. Estoy seguro que has hecho cosas en tu vida que te han salido bien y que hay personas que no te han rechazado. ¿Verdad que tienes también esto en tu mochila?. Pues bien, ¿qué tal si piensas en estas circunstancias, las recuerdas, disfrutas y te das la enhorabuena por ellas?. Cuantas más situaciones recuerdes, y más elogios te lances, más cambiarás tu diálogo interno.
  • La cuarta clave. La que más me gusta. Cada vez que consigas éxito en algo o establezcas una relación satisfactoria con alguien, date un premio. Primero felicítate y luego date un homenaje, tómate un descanso, guarda algún tiempo para hacer algo que te guste o cualquier otra cosa que te agrade. Enseña a tu interior a tratarte bien igual que, en ocasiones, sabe tratarte mal.

Haciendo esto comprobarás que no tienes por qué tener miedo al fracaso y al rechazo, pues en muchos momentos has demostrado que eres capaz de conseguir resultados y relaciones personales satisfactorias. Verás como simplemente haciendo esto, al ir desapareciendo los miedos y apareciendo la seguridad, tu "controlador interno" se relajará y cambiará su diálogo.

Empezarás a cambiar tu diálogo interno negativo por un diálogo interno positivo basado en expresiones como "lo has conseguido", "has sido capaz", "has triunfado" o "la gente te admira". Pruébalo y disfruta.



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Lic. Norman E. Borgen
Psicólogo, Consultor Organizacional

Tel:2249 0008; Cel 8699 9586 Claro, 87640277 Movistar
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